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La isla recubierta de oro: Japón

Zipango. Así era conocida la isla de Japón por los europeos y chinos en la Edad Media. Según Marco Polo, esta isla se encontraba en el mar de China y estaba habitada por indígenas sin ningún tipo de monarca extranjero. En el Libro de las Maravillas o II Milione, se describe el territorio con una riqueza de valor incalculable. Se decía que el señor de la isla tenían un inmenso palacio recubierto por completo con oro, incluso los suelos estaban hechos con este metal precioso. Sin embargo. ningún mercader le dio importancia a estos relatos contados por Marco Polo y la isla no fue explotada.

Fue Cristóbal Colón quién empezó a darle más importancia a estos relatos. Paolo dal Pozzo Toscanelli estaba muy interesado en encontrar una forma directa de alcanzar Catay y Cipango sin necesidad de bordear África y escribió al rey Alfonso V de Portugal como se venía haciendo hasta esos días. Colón consiguió una copia de esta carta lo que le otorgó más nociones geográficas pero cometió un error. Toscanelli ubicó la costa oriental a unas 5.000 millas por lo que la isla de Zipango tendría que estar a unas 3.500 millas. Colón confundió la milla árabe con la italiana, lo que hizo que sus cálculos fueran cuatro veces menores, situando a Japón a tan sólo 4.450km cuándo en realidad está a 19.600.


Debido a estos cálculos y a los indicios que le tenía que confirmaban la existencia de una tierra ubicada al Oeste, Colón presentó su proyecto al rey de Potugal y a los Reyes Católicos, que en un inicio desestimaron su petición, pero que finalmente, estos últimos decidieron aprobar.


¿Qué había en la isla de Zipango?

Por aquél entonces corría la leyenda de que la isla estaba cubierta por ingentes cantidades de oro y sin nadie que lo explotase. Es por ello que Colón andaba obsesionado con la idea de encontrar esta isla y llenar sus bolsillos de este tan valorado metal.

Emprende entonces, el famoso viaje al otro lado del mundo que iba a ser totalmente inesperado.

El 27 de Octubre de 1492 Colón pisa tierra firme en la isla de Cuba, pensando que había llegado a su ansiada Zipango. Tres días más tarde comienza a percatarse que esta no es la isla que el creía, pero tampoco la identificaba como una tierra nueva; se pensaba que era otra de las islas asiáticas. El resto de sus viajes, se dedicó a explorar el Caribe, sin embargo, a pesar de encontrar un continente nuevo, hay algo que jamás encontró: el oro de Japón.

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